Los recientes conflictos geopolíticos y los sistemas políticos vigentes que se abstienen de respetar los derechos humanos nos recuerdan que lamentablemente la tortura es una triste realidad bien entrado el siglo XXI.
La reacción natural hacia este problema es empatizar con las víctimas, despreciar a los agresores, buscar las causas profundas y no tan profundas de la agresión y tratar de encontrar soluciones a esas causas.
¿Ha funcionado esta aproximación al problema? Si tenemos en cuenta la probabilidad de ser torturado, podemos reconocer que este indicador ha disminuido a lo largo de los siglos y años. Pero considerando los incrementos de población humana en los mismos periodos, el cómputo total de casos de tortura puede arrojar cifras decepcionantemente altas. Resulta muy preocupante poder estimar que el acumulado total de casos de tortura no solo no se reduce, sino que se mantiene e incluso aumenta al aumentar exponencialmente la población humana.
¿Qué otros enfoques tenemos? ¿Es suficiente el foco en el agente perpetrador? Algunas voces sugieren focalizar más esfuerzos en las víctimas y en la prevención, sugiriendo la creación de herramientas para las potenciales víctimas, una suerte de escudo tecnológico contra la tortura.
¿Cuál es tu opinión del asunto?
El próximo jueves 31 de octubre a las 22:00 hora española (15:00 México, 16:00 Colombia, 18:00 Argentina) abriremos una mesa redonda – taller online para discutir este tema. ¡Te esperamos!
Entra en la reunión en este enlace.